domingo, 6 de febrero de 2011

CONCHEROS




LOS CONCHEROS
DEVOCIONARIOS DEL RITO SOLAR

Para los danzantes el cielo comienza en la planta
de los pies. La danza es movimiento y el
movimiento es un puente entre el tiempo y el
espacio.

La danza de los concheros, o danza chichimeca, ha
sobrevivido a siglos, a conquistas, y ha permitido
la permanencia del conocimiento original que
transmitieron nuestros antecesores. Danza sagrada
que, al dar gracias a la creación, realice el gesto
dinámico de integrar cuerpo, mente y espíritu a
través del ritmo acompasado de los ayoyotes, del
canto de las conchas, del bajo profundo del caracol
y del retumbar del huehuetl

 

Se trata de cantos y danzas que datan de miles de
años, que han continuado después de la Conquista
hasta nuestros días sin perder los rasgos esenciales
de la cosmogonía que comparten con las viejas
civilizaciones y se han adaptado al cristianismo, en
cuyo sincretismo confluyen fuerzas históricas,
sociales y políticas de nuestro tiempo. Repartidos
por diversos estados en el centro del país y por
algunos lugares lejanos del Altiplano, los
concheros mantienen vivo el rito del sol, que
comparten con otras danzas similares como las de
los quechuas, los hoppies, los vascos y los sufis.

Las columnas de la danza

Nuestro punto de partida o lugar de nacimiento nos
da la primera perspectiva del camino. “Vamos
siguiendo los pasos por esta larga estación.
Recibenos en tus brazos, Señor de la Expiración”,
decimos en una alabanza que entonamos durante la
marcha. Las marchas o “paseos” de los concheros
hacia el lugar donde van a danzar muestran otra
enseñanza sobre el tipo de organización conchera.
Se forman dos columnas paralelas, frente a las
cuales se sitúan los estandartes de cada mesa o
comunidad de danzantes acompañados por sus
malinches saumadoras. En las delanteras de las
columnas se suelen colocar los danzantes que tocan
las guitarras hechas con conchas de armadillo; atrás
de ellos se forman los danzantes que tocan las
sonajas. En el centro van los capitanes, el huehuetl
o tambor y los niños y ancianos, que así avanzan
protegidos por las columnas. Los sargentos se
mueven libremente entre los danzantes y dirigen el
paso del grupo conchero. Los caracoles situados al
frente y atrás comunican a la danza con sus
llamados.

 

 
Peregrinos de los cuatro vientos

A parte de las obligaciones propias y las contraídas
con los demás capitanes que conforman el círculo,
cada mesa o comunidad de danzantes tiene la
obligación irrecusable de danzar en los cuatro
vientos y en su centro, que es Tlatelolco (los
vientos son el Cerro del Tepeyac, al norte del D.F.;
Los Remedios, al poniente del D.F.; el Señor del
Sacromonte, en Amecameca, al oriente; y Chalma,
al sur – ambos en el Estado de México). Este
peregrinar hacia la cruz de los cuatro vientos es una
espiral que va y viene como el sonido del caracol,
simbolo universal del viento y en particular de
Quetzalcóatl, en su aspecto de Ehecatl. La marca es
la serpiente emplumada que se desplaza
cíclicamente por los santuarios del centro de
México.

En el círculo sagrado de la danza todas las cosas
están contenidas. Todos somos iguales dentro del
círculo. El círculo es el universo. El universo es el
espejo de los humanos y cada persona es a su vez
un espejo para todas las demás.

Las sombras de la danza

Trazando dos espirales, las dos columnas se unen
para conformar el círculo de danzantes. El huehuetl
se sitúa en el centro y sus latidos impulsan el ritmo
de las danzas. Antes de iniciarse la primera, una
vez que el grupo ha saludado a las imágenes y
pedido permiso para danzar, todos los concheros
marcan la cruz con los pies: arriba, abajo; adelante,
antrás; a un lado y a otro. Esta es la triple cruz, la
cruz tridimensional que nos coloca como un
asterisco en la trama del universo.

La danza es movimiento y el movimiento es un
puente entre el tiempo y el espacio. Danzar no es
dar de brincos; danzar es liberar la estatua del
vacío. Meditación colectiva en movimiento. Ritmo,
melodía, armonía. Unión, conformidad y conquista
(lema de las danzas concheras). La danza es
meditación, concientización e identificación; es lo
que nos ubica en la realidad, en la conciencia de
nuestro entorno.

La danza es una representación de la guerra
cósmica, pues en ella se representa el movimiento
de las esferas, la eternal danza de los astros. El sol
es un símbolo y un indicador de la vida humana. Su
ciclico peregrinar, muriendo para renacer,
renaciendo para morir, traza el camino que nosotros
debemos recorrer para lograr nuestra integración –
realización con la esencia de la vida. Por estas
rezones, antes de iniciar la danza, los concheros
entonan un canto que resalta el aspecto de lucha
por la existencia:

A la batalla mi capitán,
Usted que lleva su bella luz,
Que se comparta en cuatro mitades,
para que forme muy bien la cruz.

Las danzas contienen conocimientos científicos y
fechas específicas. Como rito solar que es, su ciclo
corresponde al de las conchas y las labores que
desempeña el ser social; por eso son a la vez
representaciones astronómicas y astro-lógicas,
matemáticas y simbólicas.

Las danzas dedicadas a los Señores de la
cosmogonía náhuatl son representaciones
simbólicas de diferentes aspectos de la naturaleza y
los ciclos en que están inscritos. Así, La
Guadalupana es una danza cantada en honor a
Nuestra Madre la Tierra, Tonantzin, Coatlicue,
Chalchiutlicue. Ome Cihuatl, aspecto femenio de la
dualidad, del principio creador. Es a la vez la Tierra
y su relación con la Luna.



 

La danza del Sol es en honor de Toteuh, nuestro
padre el creador. Es Ometecuhtli, o el aspecto
masculino.

Quetzalcóatl es una danza dedicada a Venus, la
estrella del oriente, el lucero de la mañana y el
lucero del atardecer.

Quetzalcóatl es la sabiduría preciosa, la
iluminación espiritual.

Estrella del Oriente,
Que nos dio su Santa Luz,
Ya es hora que sigamos
El camino de la Cruz.

El Cojito es una danza en honor a Tezcatlipoca, de
cuyo pie cercenado brotó la primera planta de maíz.
Es el primer sol, o sol de la tierra: Tlatonahtiuh,
cuyo fruto divino permite al hombre acceder al
Creador y formar parte del alma universal del
cosmos. El Venadito representa el aspecto creador
femenino de la humanidad, el sol que de la
fertilidad y la vida misma. La danza llamada
Tonatiuh representa la historia de los cuatro soles o
eras anteriores a la actual. Nos sitúa también ante
los cuatro puntos cardinales, las estaciones cíclicas
del año y las cuatro etapas que el hombre recorre
cuando su ciclo completo le permite inscribirse en
los movimientos inmutables de la renovación
incesante del universo.


 

El sol abrió sus pétalos en danza
Para soltar sus besos de infinito,
y un ángel, cual poético aerolito,
bajó a sembrar al hombre de esperanza.
Puso en su voz ardiente semejanza
y construyó los timbres de su grito
para incendiar su corazón finito
y llenarlo de luz y de pujanza.
El hombre, con sus manos vigorosas,

hechas de amor y polen de alborada,
generó con palabras misteriosas
un fuego como el sol de su mirada,

y miró las estrellas temblorosas
para encender los astros de su nada.


La percepción de cualquier objeto, tangible o
abstracto, se hace mil veces más dinámica cuando
el objeto es visto como un todo dentro del círculo
sagrado de la danza. En el maravilloso mundo de
las correspondencias, en el que el universo plasma
todas sus equivalencias en las del ser humano, los
hombres tenemos nuestros equivalentes en la
mente.

La mente tiene todas sus equivalencias en las
ciencias de la anticipación y esas ciencias tienen
sus correspondientes en determinados
fundamentos:

a) los números, como medida
b) los sonidos, como coordenadas geométricas
c) los sonidos, como rezones armónicas de
comunicación
d) los colores, como energía en acción
e) el movimiento, como principio de relación

Por eso cada danzante asume su lugar en la danza;
cada danzante cumple con su propio papel en el
círculo y limpia su desnuda singularidad en la
catarsis colectiva del movimiento cósmico. Uno se
hace todo y todo es dios.

La danza es una tradición que hereda
conocimientos antiguos. Y son precisamente los
receptores de esa tradición quienes sustentan la
danza y garantizan su continuidad. El pueblo
organiza las fiestas y las mayordomías alimentan y
acogen al danzante en su peregrinar de santuario a
santuario.

Ese pueblo que la sociedad occidentalizada
considera inculto y supersticioso es el que mantiene
vivas las tradiciones y conocimientos esenciales de
la humanidad. En el caso de la gente del campo,
esta aparente contradicción su puede explicar por la
cercanía y el contacto que tiene establecido con la
naturaleza y los ciclos de la vida agrícola que rigen
su vida laboral, pero se da el caso de que también
en los centros urbanos son las clases desposeídas
las que mantienen estas tradiciones y permiten la
supervivencia de verdades esenciales del hombre.

No se puede llegar al alba sino por el sendero de la
noche. La danza conchera utiliza términos como
penitencia y sacrificio, que son difíciles de explicar
debido a la carga ideológica que tales palabras
tienen en términos tanto católicos como paganos.

En realidad, son ideas relacionadas con aspectos
vitales del universo, como son la creación y el
movimiento, la unión y la armonía. Penitencia y
sacrificio en lenguaje conchero son parte de la
guerra sagrada de la luz y las tinieblas. Es una
forma de comprender que el rito solar tiene
correspondencia con el rito íntimo de la noche, de
la luna. Como danzas laborales ofrendadas a los
elementos que proveen el sustento cotidiano, los
cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego, se
traducen en las cuatro fuerzas del círculo de la
vida: inteligencia; inocencia y confianza;
introspección; e iluminación. El sacrificio es la
entrega a ese camino y la penitencia es el esfuerzo
extraordinario que nos permite alcanzar la
iluminación.

No hay día sin noche. Cuando el sol se aleja nos
deja en tinieblas, pero ilumina los sitios donde
antes era de noche. Los danzantes que cumplen el
rito solar también tienen unas tareas nocturnas, si
es que quieren completar los ciclos de los astros.

Los concheros concretizan el aspecto lunar del rito
solar en las velaciones que llevan a cabo para
acompañar a las ánimas que nos han antecedido en
el camino del sol. Esta relación con las ánimas que
nos han legado las tradiciones y las obligaciones
completa el ciclo de vida y muerte en el que todos
estamos inscritos. Al completar el ciclo de día-noche,
vida-muerte, sol-luna, comprobamos que la
vida y la muerte son el reflejo de sí mismos; que
para entender la muerte tenemos que comprender
que es igual de importante para nuestra existencia
que la vida misma; que para entender la muerte
tenemos que estar conscientes de que estamos
vivos.

Ánimas conquistadoras
sabe Dios adónde andarán.
Todos roguemos por ellas,
en gloria y descanso estén.


Al finalizar las obligaciones, sean danzas o
velaciones, los concheros dan sus “palabras”. Para
tomar esa “palabra” y al finalizarla, los concheros
dicen una frase que refleja la conciencia de formar
parte de un cosmos que trasciende la mera
existencia individual y señala el camino de la
trascendencia en el espejo mutuo de la vida y la
muerte eternas: “Él es Dios”. Toda palabra crea un
tipo singular de medio ambiente: la comunidad
humana o sociedad. Por medio de la palabra el
individuo modifica su actitud ante sí mismo y ante
las cosas, a la vez que modifica esas mismas
reacciones y actitudes de los que comparten con él
el símbolo de la palabra.

Sólo allá en el interior del cielo
Tú inventas la palabra.
Dador de vida,
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo del dador de la vida
¿Adónde, pues, iremos?
Enderezaos, que todos tendremos que ir al lugar
del Misterio.


(poema atribuido a Netzahualcóyotl)




En sus orígenes el atuendo de los concheros era igual para hombres y mujeres, pero con el tiempo se ha tendido a imitar el vestir característico de las damas y caballeros aztecas. Actualmente, el atuendo básico de la mujer es el huipil y la enaguilla. La sonaja y los cascabeles o hueseras son símbolo crotálico que imita el sonido de la serpiente; las plumas del copolli, penacho o corona son un símbolo solar, una búsqueda de la unión con el corazón del cielo.

 
 
El atuendo masculino consta del taparrabos o maxtle, pectoral, rodilleras, brazaletes, tilma o capa, faja, escudo, además de la sonaja y el penacho.

 

Origen de la palabra
 
Existen dos extractos de historias sobre el origen de esta palabra.
La primera afirma que durante la época de la colonia, los instrumentos musicales indígenas fueron prohibidos por ser considerados sacrílegos. Entonces, los índigenas comienzan a explorar los instrumentos de cuerda
europeos y surge un instrumento parecido a la mandolina, confeccionado con la concha de un armadillo. Esta mandolina de concha comienza a acompañar las danzas y es así como (debido a la concha del armadillo) a estas danzas (ya evolucionadas) se les empieza a llamar concheros.



Actualmente se ha recuperado el uso de instrumentos antiguos mexicanos como el Huehuetl , el Teponaztli, el Ayacachtli y los Ayoyotes o chachayotes o Coyollis.
La segunda cuenta que el término "conchero" hace referencia a los ayoyotes o chachayotes, que son las bandas de conchas que se amarran alrededor de los tobillos.


Vestuario

 
Antiguamente la vestimenta era determinada por el rango social al que pertenecía cada persona. Los macehuales, que eran de bajo rango, portaban ropa hecha a base de ixtle. Los pillis en cambio, tenían el privilegio de usar la tilma, una prenda hecha principalmente de algodón que tenía dibujos referentes a su rango y que se amarraba al hombro. Usaban también perforaciones en la nariz, boca y/o lóbulos de las orejas. También usaban tocados de plumas (copilli) que podían ser de cotinga, de quetzal o de faisán.
 
Actualmente, la vestimenta suele variar de unos grupos a otros, pero casi siempre consta de un faldellín, rodilleras, muñequeras, pectoral y un penacho de plumas. Las plumas ahora son de faisán, de pavo real, de gallo, artificiales o de avestruz. La tela del vestuario suele ser brillante y de colores muy vivos. Se utilizan los ayoyotes (también conocidos como tenabaris) en los tobillos, una sonaja en la mano derecha o el estandarte.
 
Los concheros contemporáneos
 
Hoy en día los que se llaman danzantes Aztecas culturales (que rechazan la religión Católica, los instrumentos europeos, y suelen aprender el náhuatl clásico como su idioma) se concentran principalmente en el zócalo de la Ciudad de México. También se les puede encontrar a las afueras de algunos museos, en las plazas de lugares concurridos (como Coyoacán). En estos sitios se pueden ver integrantes de estos grupos que no son concheros haciendo "tarot azteca," o leyendo el aura del los que quieren dar una donación. Los concheros tradicionales y las danzas aztecas que siguen la disciplina de la danza conchera no viven de su danza, ni tratan de confundir a los que inocentemente quieren conocer su herencia indígena mexicana.
Los concheros tradicionales y las danzas aztecas que siguen la disiplina de la danza conchera siguen danzando en los atrios de las iglesias y en lugares que tienen reliquias o ruinas prehispanicas. Lugares como Chalma los Remedios, Amecameca, Queretaro, el Llanito, San Miguel de Allende son lugares donde todavia se puede ver la danza tradicional, sin influencias "new age."
Varias compañías de danza folclórica han integrado estas danzas a sus repertorios, aunque eliminando muchos de los elementos, ya que se presentan como un espectáculo y no como una ceremonia religiosa.
La importancia de los concheros radica principalmente en la conservación de las tradiciones más ancestrales de México. Existen varios grupos de personas que buscan preservar la tradición, formando así especies de colegios, donde además de enseñarse la danza se dan talleres de filosofía prehispánica o clases de náhuatl. De esta manera han surgido también grupos que pretenden difundir la cultura mexica por el país e incluso recuperar el náhuatl y establecerlo como idioma oficial. Existen otros grupos que sólo pretenden devolverle a las danzas su origen ancestral, eliminando así los elementos coloniales y resaltando la mexicanidad.
Entre los números más representados se encuentran: águila blanca, paloma y la famosa Danza del Venado. Aunque esta última proviene del Norte de México y se representa con un vestuario diferente, en varias ocasiones se anexa al número de los concheros.

Aparte de las obligaciones propias y las contraidas con los demás capitanes que conforman el círculo, cada mesa o comunidad de danzantes tiene la obligación irrecusable de danzar en los cuatro vientos y en su centro.
Los cuatro vientos son.
El Cerro del Tepeyac.
Los Remedios.
El señor del Sacromonte.
Chalma.
El centro es
Tlatelolco.


1 comentario:

  1. Interasante, yo he tenido la suerte de participar en diferentes circulos y es muy bonita la tradicion y todo lo que se siente y una preguntota:

    yo tengo una concha de armadillo penas la conseguí y lo que no se es que hacerle, como prepararla o si dejarla solamente así, para tenerla como un adorno o algo así, porque para hacer alguna bandolina no creo que sirva ya que se quebró un poquito, asi que que me recomiendas hacer o donde mandarla o con que recubrirla o que jaja

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